El amor como acción

El amor en las relaciones de pareja puede interpretarse por cada persona dependiendo de lo que haya observado, de sus experiencias pasadas o incluso de lo que haya escuchado. Aquí podemos encontrar dos polos, por un lado, Disney o películas de Hollywood pueden vendernos frases como “y vivieron felices para siempre”. A partir de esto, consideramos el amor como algo perfecto en donde el dolor o sufrimiento no tendrían por qué tener cabida. Por otro lado, tras obtener resultados poco favorables al finalizar una relación de pareja, puede que no haya mucho entusiasmo para siquiera contemplar iniciar una nueva y todo eso “perfecto” que escuchábamos o veíamos en la niñez deja de encajar y empieza una lucha con la realidad. Y vienen otras frases como “el que se enamora pierde” o como la canción “yo no nací para amar, nadie nació para mí”.

Cualquiera que sea la experiencia, contemplar el amor como un sentimiento hedónico e inundado de felicidad, tarde o temprano hará que sintamos emociones como decepción y frustración, al vivirlo por cuenta propia y que no resulte como esperábamos. Lo que sentimos no es algo que se pueda controlar; o quién dice al levantarse “hoy todo el día me programaré para sentir alegría”. O si, decirlo se puede, pero de allí a que pase, no está bajo nuestro control.

La propuesta es que contemplemos el amor como una acción más que como un estado emocional. Verlo como una acción, implica que tengamos mayor control acerca de cómo queremos direccionar nuestra relación de pareja teniendo en cuenta los deseos propios más profundos. Por el contrario, verlo cómo un estado emocional, implica que primero, no lo controlamos y, segundo, cuando ya no estén las “mariposas en el estómago” … ¿finalizo la relación de pareja porque ya no estoy enamorado/a?

Te propongo construir una auténtica relación de pareja a través de acciones:

1. Conecta: intenta conectar con tu pareja brindando atención. Imagina esto, estás entusiasmado/a hablando a tu pareja, contando cómo estuvo tu día, pero el/ella no quita la mirada de su celular ¿cuántas ganas sigues teniendo para continuar y terminar tu relato? Probablemente pocas o ninguna.

Cambiemos la situación para intentar conectar. Ubícate frente a frente, manteniendo contacto visual, regala tu presente con apertura y curiosidad, con un interés genuino. Da espacio a lo que tu pareja quiera compartirte, dejando de lado juicios o señalamientos. Esto hará que tu pareja se sienta querida, cuidada, respetada e importante.

2. Haz una pausa: Tener pareja implica conflictos, ya que estás con una persona que tiene diferentes pensamientos, intereses, creencias, metas, estilo de comunicación, entre otras. Cuando en determinado momento surge algo que no va de acuerdo a lo que para ti sería correcto, se activa el piloto automático y puedes hacer o decir cosas que lastimen, sin pensar.

Detente e intenta responder siendo consciente de no afectar a tu pareja, con apertura y disposición, reconociendo que es natural que difieran en diversidad de asuntos; como también es natural que surjan emociones que pueden sentirse incómodas y nada de eso está mal.

3. No evites: En una sociedad donde se intenta suprimir cualquier señal de dolor o vulnerabilidad, es natural que se tengan automatizados algunos comportamientos en pro de ello. Por ejemplo, fumar para dejar de sentir ansiedad. A corto plazo puedes notar que “ayuda” pero ¿qué pasa a largo plazo? Posiblemente problemas de salud, adicción al tabaco, privarte de aprender que la ansiedad no es peligrosa, etc.

En pareja pasa algo similar. Por ejemplo, evitar escuchar a tu pareja, negarse a hablar, cambiar de habitación, llegar más tarde a casa, con tal de no ver a tu pareja para no sentir enojo o tristeza, o cualquiera de esas emociones a las que habitualmente se les llama negativas (que están lejos de serlo). A corto plazo puedes notar que te sientes mejor porque evitas situaciones incómodas con tu pareja. Pero, a largo plazo ¿fortalece tu relación?

Recuerda, es natural que las emociones surjan en cualquier momento, también esas que sientes como incómodas y que de manera automática intentas evitar o escapar. Pregúntate ¿evitar esta conversación ayudará a la relación que quiero construir? Pregúntate si aquello que vas a hacer, te acerca o te aleja de la relación que para ti es importante.

4. Sal de tu mente: La mente evolucionó como lo ha hecho hasta ahora para solucionar problemas y protegernos del peligro. Cuando algo surge y percibimos de nos desajusta, ahí está ella para encargarse del asunto. Sin embargo, no siempre lo que nos dice que hagamos, es lo que ayudaría. Por ejemplo, hace una semana asististe con tu pareja a donde sus padres para celebrar su aniversario; su madre hizo un comentario que no te gradó en absoluto y eso conllevó a que esa noche no lo pasaras tan bien. Tu mente llega a escena y dice “no debí venir”, “en casa estaría mejor” etc. Tienes otra invitación, pero para celebrar otro evento, sin embargo, aparece ella de nuevo (tu mente) esta vez diciendo “recuerda cómo estuvo la última reunión” “lo pasaste mal” “esta vez será igual” etc.

Puedes notar cómo tu mente intenta “protegerte” de todo, es como su trabajo hablar hablar y hablar. Pero nota en el ejemplo cómo tu mente hace que te desconectes y veas esta nueva situación a través de críticas, quejas o juicios que muy alejados están de esta situación que es nueva, en la que no has estado, pero a la cual ya te estás predisponiendo. Darle todo el protagonismo a tu mente puede que interfiera en cosas que son importantes para ti, como por ejemplo compartir con tu pareja, viendo a través de tu mente, lo cual puede nublar un poco la realidad e impedir que actúes de manera efectiva. Es decir, en este caso, asistiendo a la nueva invitación a ver qué acontece, es probable que nada de lo que tu mente te decía que iba a pasar, pase.

5. Sigue tus valores: Los valores son como una brújula que guían tu vida. En tu relación de pareja, implica que reconozcas qué tipo de pareja quieres ser. Los valores hacen alusión a aquello que quieres defender o hacer mientras estés vivo/a. Son lo que día a día trabajas para ir en esa dirección, pero que no consigues un día y ya lo tienes para siempre. Por ejemplo, si valoras ser cariñosa/o en tu relación de pareja, esto no es algo que ya das por sentado un día, porque finalmente lo conseguiste. No, es un valor por el cual día a día tendrás que hacer cosas concretas como dar los buenos días, besar, abrazar, hacer cartas, cocinar una cena romántica, elogiar etc.

Tener tus valores muy definidos puede darte claridad acerca de aquellas acciones que puedes efectuar día a día para construir y mantener la relación de pareja que deseas. A manera de ejemplo, nota cómo experimentar emociones de enojo puede hacer que tengas el impulso de actuar opuesto a tus valores (golpeando) y cuando esto suceda, pregúntate ¿actuar de esta manera, me acerca o me aleja de lo que es importante para mí en mi relación de pareja?

Alejandra Fajardo Otero, Psicóloga en formación.

Harris, R. (2009). ACT with love, Oakland, Estados Unidos: New Harbinger Publications, Inc.

Otros blog