"No tiene sentido que te pongas así", "no tienes que estar triste por eso", "no exageres", "a otras personas también les pasa". Es bastante común en la vida de muchos seres humanos haber escuchado o expresado frases como estas, a menudo con la intención sincera de que las personas importantes en nuestras vidas estén bien y no sufran. Sin embargo, comunicar este tipo de oraciones rara vez hace que los demás se sientan mejor y, por el contrario, los hace sentir fuera de lugar, rechazados o, en otras palabras: invalidados. Al invalidar, estamos negando y minimizando las respuestas emocionales del otro, comunicándole que sus emociones son incomprensibles y carecen de sentido.
Si miramos hacia nuestra historia de evolución, nos encontraremos con la maravillosa noticia de que estamos diseñados para experimentar todas las emociones. Resalto la palabra "maravillosa" porque esto nos permite entender que sentir es natural; tanto la tristeza como la felicidad, el enojo y el asco, entre otras emociones, nos ayudan a crecer, aprender y dan sentido a nuestras experiencias. En resumen: todas las emociones son legítimas. Partiendo de esta premisa, podemos comprender que todos tenemos nuestros propios procesos y que cada emoción que se manifiesta en nosotros es completamente válida y tenemos derecho a experimentarla.
En este sentido, validar implica comunicar a la otra persona que sus respuestas emocionales son comprensibles y tienen sentido. Cuando validamos, le hacemos saber al otro que sus emociones no son insignificantes, exageradas ni extrañas. ¿Y por qué es importante esto en las relaciones interpersonales? A todos nos gusta sentirnos comprendidos, entendidos y escuchados. Cuando validamos y somos validados, demostramos un interés genuino en la relación y fortalecemos el vínculo afectivo y la confianza. La validación reduce los conflictos y le hace saber a la otra persona que es significativa para nosotros.
¡Ojo! Validar no significa estar de acuerdo. Podemos tener diferentes puntos de vista y aún así entender y aceptar la emoción que el otro está experimentando. Ahora que sabemos esto, ¿cómo podemos practicar la validación? A continuación, comparto algunos consejos basados en la evidencia propuestos por Rathus y Miller (2015), que pueden ser útiles para implementar esta estrategia tan importante:
Aprender a validar requiere práctica, pero la evidencia científica demuestra que tiene un impacto profundamente positivo en nuestras relaciones interpersonales, permitiéndonos construir vínculos más fuertes y significativos.
Nubia Apolinar, Psicóloga
Referencias: